Reto de Lídia Castro Navàs para septiembre 2023 | Raciocinio frente a superstición

   El reto de Lídia Castro Navàs (https://lidiacastronavas.wordpress.com/escribir-jugando/) se basa en una propuesta mensual recogida en su sección Escribir Jugando. Se trata de que los participantes escriban un microrrelato con un máximo de 100 palabras (sin contar el título) siguiendo las condiciones marcadas para el desafío de ese mes. Estas son dos, como requeridas, y una tercera susceptible de ser añadida a las anteriores si los duelistas narrativos se atreven a incluirla en su relato.

   Para este mes de septiembre, en el que he participado con Raciocinio frente a superstición, el resultado mostrado en la cara de un dado del juego Dados de astrología nos ha indicado una de las dos premisas que deben seguirse para dar forma a la historia; y el contenido de una de las cartas del juego Oráculo de la Sabiduría nos ha marcado la segunda, determinándose así las dos condiciones requeridas. En cuanto a la condición adicional, la tercera premisa a tener en cuenta, Lidia ha decidido que en la narración debe aparecer algo relacionado con un invento de su elección.   

   Así, la cara del dado ha desvelado el símbolo del signo de Leo, un signo zodiacal de fuego. Debido a ello, los nacidos bajo su influencia se caracterizan por ser apasionados, inspiradores, cálidos, y amorosos. Líderes natos, poseen una gran confianza en sí mismos que les induce a ir tras sus objetivos y a luchar por lo que creen.

   Por otro lado, en la imagen de la carta puede verse a una tortuga marina nadando sobre la superficie del agua, llevando un gran cofre del tesoro sobre la parte superior de su caparazón y destacando ante un cielo diurno salpicado por algunas nubes. La imaginación vuelve a jugar con mi mente una vez más induciéndome a contemplar una tortuga de un tamaño descomunal, característica de una época remota u originada por la fantasía; si ese gran animal permaneciera aletargado con su cabeza escondida dentro del caparazón, flotando sobre el agua… entonces, oteándolo a cierta distancia, sí que podría parecer una isla.

   Finalmente, la goma de borrar, ese objeto cuya composición química es capaz de actuar sobre lo escrito o dibujado en el papel y, de forma «casi mágica», hacerlo desaparecer, ya sea para bien o para mal, ha sido el invento escogido para este lance.

   En mayor o menor medida, todos ansiamos cumplir un objetivo, ya sea a nivel general, como algo temporal a lo que aspiremos para disfrutar durante cierto momento o una combinación de estas u otras opciones de las muchas que se pueden dar. Como ejemplo de lo primero tendríamos la casa de campo que nos gustaría llegar a poseer, la formación académica que desearíamos culminar con éxito o el viaje alrededor del mundo en el que querríamos participar; como muestra de lo segundo podríamos pensar en la playa solitaria y paradisíaca a la que acudimos durante nuestras vacaciones, conseguir comprarnos un coche nuevo o lograr un pequeño ascenso laboral. Todos estos anhelos, desde el más grande al más pequeño, pueden resultarnos igualmente válidos porque son los nuestros y, de una u otra forma, también forman parte de nosotros. El protagonista de nuestro relato tenía un gran sueño: localizar esa isla del tesoro, no solo por la riqueza que ello pudiera suponerle, sino también por el hecho de haber sido el único en conseguirlo.

                                        Raciocinio frente a superstición

   Una vez más, la goma borraba del mapa la supuesta posición de la isla del tesoro que, tras divisarse, desaparecía entre la niebla para volver a aparecer, brevemente, en otro lugar. ¿Magia? Según él, líder nato nacido bajo el signo de Leo, no. Desveló el misterio.  

   La isla era una tortuga gigante aletargada que flotaba sobre la superficie y se movía, arrastrada por una corriente marina cuyo curso él había descubierto. Sabiendo las fechas y lugares de aparición en el mapa, averiguaría su velocidad de desplazamiento y podría esperarla para poner pie sobre ella… antes de que el reptil despertase.